18.11.04

Reivindicando el 42


Posted by Hello

      Los números son parte importante de nuestra vida. Nos dominan, nos llevan a donde quieren. Somos un número en un registro, un número en un ordenador. Sin números en el banco no podemos vivir, sin número en nuestra ropa no sabríamos qué vestir, sin números en el tiempo no sabríamos nuestro lugar en la historia... cualquier coleccionista de cromos o revistas o libros o tebeos roza la histeria si le falta un número... Y nosotros respondemos a este servicio dandoles significado, que es lo mismo que reverenciarlos como si fueran dioses. Como si no fueran ya lo suficientemente básicos.

      Así que el uno significa la unidad y el poder, pero al mismo tiempo también nos da para el anonimato y la humildad cuando uno -o sea, yo- dice lo que piensa. El dos es la pareja, la negación de la soledad. El tres la forma perfecta.... ¿Hace falta que siga? No, por supuesto. Consulten ustedes tratados de simbología númerica y significado de los números.

      Pero todavía llegamos más lejos, y asociamos los números a expresiones, refranes, títulos de obras que luego sin pudor convertimos en frases hechas, en referentes inapelables. Dos personas en peligro nos recuerdan a "dos hombres y un destino"... las hijas de Elena eran tres, y ninguna era buena, vaya por Dios, pobre Elena; nos acongojan los cuatro jinetes del Apocalipsis o damos dotes ominosos a la prensa cuando la designamos como el cuarto poder; cada cuatro años podemos hacer pagar a nuestros gobernantes sus errores y quitarles de enmedio para permitir que se equivoquen otros durante otros cuatro años... siete son los planetas que conforman nuestro sistema solar, y nos fascina el hecho de que pueda haber un octavo, cuando creíamos que el siete era el límite... y que se lo digan si no a los siete hermanos en busca de siete novias (véase la segunda párida de esta bitácora), o que por mucho que busquemos la inmortalidad no pasaremos de siete vidas... El diez es la perfección a la que aspiramos todos, y no sólo porque envidiemos a Dudley Moore fascinado por las formas de Bo Derek... aunque también engloba las reglas que han regido la historia occidental durante algún que otro milenio, a no ser que Mel Brooks tenga razón y los mandamientos fueran en origen quince y al torpe de Moisés se le cayera la tabla con los cinco últimos...

      Pero el diez no es el límite, y nuestra avidez numerológica llega más lejos: a pesar de su mala fama, no podemos evitar tener simpatía por el trece (como demuestra el hecho de que estadísticamente, sea uno de los números más usados en las combinaciones de loteria); la chica de los sueños de Manolo y Ramón sigue teniendo quince años, aunque Chuck Berry (ay, estos americanos tan pacatos ellos...) prefiera a las dulces pequeñas de dieciseis... Hasta los dieciocho años no pintamos prácticamente nada... El 33 debe ser el único número que los medicos de cabecera necesitaron durante mucho tiempo, y los creyentes (y algunos no creyentes también), incluido Mel Gibson, le dan cierto toque pesimista al recordar que es la edad a la que murió Cristo... Pero en realidad tampoco nos importa mucho, porque todos sabemos que la vida empieza a los cuarenta (¿y para qué infiernos nos hacen venir con tanta anticipación?, protestaba Mafalda con toda la razón del mundo). El 69 nos hace imaginar un mundo de placeres (igual que, todo sea dicho, en un alarde de sofisticación decimal, el nueve y medio que nos lleva a Kim Basinger)... Y no hay fronteras: tres seises seguidos forman parte de nuestras peores pesadillas, contar algunas de las mejores historias de la literatura llevó mil y una noches...

      En todo este maremagnum numérico, por desgracia, hay cifras que quedan olvidadas, dioses menores que aún no han sido alzados al panteón superior. Piensen en el 42, por ejemplo. Mira que es un número bonito, sonoro... la combinación de los dos primeros numeros pares en orden decreciente... Y con todo, no forma parte de nuestra herencia cultural como otros... vale que para los fanáticos del musical la calle 42 tenga resonancias, pero... compárenlo con la fama de otros, caramba.

      Nada, nada, hay que reivindicar el 42 y todos aquellos números que están en el anonimato. Chicos, sabed que hay alguien que piensa en vosotros. No sois sosos como muchos políticos, vosotros si que tenéis talante y vuestros diez minutos de fama no os los quita nadie. Al menos por mí que no quede.

      Nota: el autor de esta parida no ha tomado a estas horas ni alucinógenos, ni psicotrópicos, ni bebida alcohólica alguna. Y el hecho de que ayer haya cumplido cuarenta y dos años no tiene que ver nada con la divagación de los párrafos anteriores. Que conste.