La música de la noche
Posted by Hello
    Si observan el perfil descrito arriba, sabrán ustedes de mi pasión por el musical, donde encuentro la combinación ideal de dos de mis pasiones, la narración de historias (en teatro, cine, literatura, tebeo... da igual) y la música. Así que aunque no disponga ahora de demasiado tiempo para ir al cine (y lamentablemente, tampoco muchas ganas, pues pocas cosas suele haber en la cartelera que me llamen la atención), el estreno de la versión fílmica del musical de Andrew Lloyd Webber El fantasma de la ópera se convirtió en una cita ineludible.
    El problema, el de siempre, con las adaptaciones de un medio a otro es la comparación con el material original. Personalmente en este caso, pedía a la película que aportara algo intrínseco al medio fílmico, algo que el teatro no hubiera podido ofrecer. Lo malo (para algunos lo bueno, me imagino) es que la película, algún cambio argumental aparte que comentaré más abajo, es absolutamente fiel al original. Por tanto, para aquellos que ya hemos visto la representación teatral no aporta nada en absoluto. Es más, algún error de reparto desmerece el resultado final. Sin embargo, los que no tuvieran oportunidad de ver el original, se van a encontrar con un ESPECTÁCULO, con mayúsculas, un monumento a la ampulosidad, sin llegar a los niveles de horterismo y mareo presentes en Moulin Rouge, por ejemplo, pero pleno de fuerza. Tal como lo concibió su creador y sus colaboradores.
    Joel Schumacher consigue, en mi opinión, su mejor trabajo -al menos entre los que le he visto, superando a Un día de furia, otra buena película- al dar a la película un ritmo endiablado pero no estresante, yendo con habilidad de primeros planos a planos más amplios, encadenando adecuadamente las escenas... Y hay que descubrirse el sombrero ante los responsables artísticos (director de producción, maquillaje, vestuario, decorados...) que hacen un excelente trabajo, no tanto en la recreación fiel de una época sino más bien en la recreación de un mundo irreal de ópera bufa, multicolor y vivo. Supongo que serán pasto de nominaciones a los oscars y premios varios...
    La cuestión es que lo que era espectacular en teatro, no lo es tanto en cine... El asombroso cambio de decorados, de la habitación de Christine a la laguna subterránea, del escenario a la caverna del fantasma, la caida de la lámpara... en un teatro provocaba admiración, pero en estos tiempos de efectos digitales fílmicos no llaman la atención, con lo que ahí desaparece gran parte del sentido de maravilla presente en la obra de Webber.
    El guión, una tópica historia de amor a tres bandas, centrándose en el destino cruel del rechazado fantasma, sólo sería capaz de presentar fuerza si hay química entre los personajes, algo que brilla por su ausencia en la película (y no sólo en la interpretación de los actores, si no también en el doblaje, aspecto que trato más abajo). Es verdad que Emmy Rossum como Christine es capaz de transmitir inocencia y desamparo en primer lugar y finalmente madurez y tensión sexual, pero ninguno de sus oponentes masculinos, muy guapitos ellos, eso sí, son capaces de ponerse a su altura. Ni Gerard Butler como el fantasma ni Patrick Wilson como el vizconde pueden poner en pie el triángulo base del argumento, con una actuación fría y falta de emociones en las miradas y movimientos. Por no mencionar que al hacer que el personaje del fantasma sea mucho más joven que en el original puede que se permita aflorar mejor la tensión sexual con la protagonista, pero se hace desaparecer el matiz paterno-tutorial de su relación, que planteaba cierta ambigüedad enfermiza más que interesante... Otra cosa son los secundarios, que rayan a gran altura, en especial Miranda Richardson como la enigmática Mmme Giry y Simon Callow como uno de los propietarios del teatro.
    El guión gana enteros con la inclusión de un adecuado flash-back contando la historia del fantasma, en un tono de drama decimonónico a lo Victor Hugo más que correcto, la inclusión del duelo a espada en el cementerio, narrada con nervio por Schumacher o el cambio de ubicación de la escena más espectacular de la obra, la caida de la lámpara, que en la obra original suponía el clímax final del primer acto y aquí, en un hábil sentido cinematográfico, se convierte en la puerta al desenlace.
    Al final, nos queda la música. Porque la auténtica fuerza de la obra de Webber esta ahí, y la película de Schumacher consigue mantenerla. Merito de su habilidad artesanal o de la vigencia de la partitura del compositor, eso ya no lo sé. Pero la cuestión es que los diferentes temas se nos meten dentro a la primera y logran transmitir el poder del drama, o la fuerza del amor, o la catarsis de la tragedia. Raro es el espectador -nuevo a la obra o ya avezado en ella- que no siga tarareando las canciones bien terminada la película. Las melodías se ajustan a la perfección a cada uno de los momentos, y muchas veces hacen ociosa la comprensión de las letras...
    ...algo afortunado para el espectador español, me temo, porque el estreno de una única copia doblada por completo nos impide disfrutar de las voces originales que, sobre todo en el caso -otra vez- de Emmy Rossum, cumplen más que correctamente. No son ni Michael Crawford ni Sarah Brightman, de acuerdo, pero nos hacen odiar aún más esta versión doblada. Porque las voces españolas no consiguen transmitir emoción en ningún momento, y encima, al menos en el cine en el que uno vio la película, la mayor parte de las veces eran ininteligibles. Vale que el original no es Shakespeare, ni siquiera el Tim Rice de un Jesucristo Superstar o Evita, pero sí que es mejor que la versión de rima forzada e imágenes inocuas que tenemos en castellano.
    Pero, insisto, la música tiene tal poder que sobrepasa estas limitaciones. Yo les recomendaría que esperaran a ver si llega a nuestras pantallas una versión original con subtítulos o esperar a que salga el dvd... porque ahí si que podrán sumergirse plenamente en la música de la noche. Claro que si, como a mí, les pica el gusanillo del musical y no tienen paciencia, pues lo estrenado es un correcto sucedáneo.
Imagen © Warner Bros