Las paridas de El Gatu

24.12.04

La música de la noche

Posted by Hello

    Si observan el perfil descrito arriba, sabrán ustedes de mi pasión por el musical, donde encuentro la combinación ideal de dos de mis pasiones, la narración de historias (en teatro, cine, literatura, tebeo... da igual) y la música. Así que aunque no disponga ahora de demasiado tiempo para ir al cine (y lamentablemente, tampoco muchas ganas, pues pocas cosas suele haber en la cartelera que me llamen la atención), el estreno de la versión fílmica del musical de Andrew Lloyd Webber El fantasma de la ópera se convirtió en una cita ineludible.

    El problema, el de siempre, con las adaptaciones de un medio a otro es la comparación con el material original. Personalmente en este caso, pedía a la película que aportara algo intrínseco al medio fílmico, algo que el teatro no hubiera podido ofrecer. Lo malo (para algunos lo bueno, me imagino) es que la película, algún cambio argumental aparte que comentaré más abajo, es absolutamente fiel al original. Por tanto, para aquellos que ya hemos visto la representación teatral no aporta nada en absoluto. Es más, algún error de reparto desmerece el resultado final. Sin embargo, los que no tuvieran oportunidad de ver el original, se van a encontrar con un ESPECTÁCULO, con mayúsculas, un monumento a la ampulosidad, sin llegar a los niveles de horterismo y mareo presentes en Moulin Rouge, por ejemplo, pero pleno de fuerza. Tal como lo concibió su creador y sus colaboradores.

    Joel Schumacher consigue, en mi opinión, su mejor trabajo -al menos entre los que le he visto, superando a Un día de furia, otra buena película- al dar a la película un ritmo endiablado pero no estresante, yendo con habilidad de primeros planos a planos más amplios, encadenando adecuadamente las escenas... Y hay que descubrirse el sombrero ante los responsables artísticos (director de producción, maquillaje, vestuario, decorados...) que hacen un excelente trabajo, no tanto en la recreación fiel de una época sino más bien en la recreación de un mundo irreal de ópera bufa, multicolor y vivo. Supongo que serán pasto de nominaciones a los oscars y premios varios...

    La cuestión es que lo que era espectacular en teatro, no lo es tanto en cine... El asombroso cambio de decorados, de la habitación de Christine a la laguna subterránea, del escenario a la caverna del fantasma, la caida de la lámpara... en un teatro provocaba admiración, pero en estos tiempos de efectos digitales fílmicos no llaman la atención, con lo que ahí desaparece gran parte del sentido de maravilla presente en la obra de Webber.

    El guión, una tópica historia de amor a tres bandas, centrándose en el destino cruel del rechazado fantasma, sólo sería capaz de presentar fuerza si hay química entre los personajes, algo que brilla por su ausencia en la película (y no sólo en la interpretación de los actores, si no también en el doblaje, aspecto que trato más abajo). Es verdad que Emmy Rossum como Christine es capaz de transmitir inocencia y desamparo en primer lugar y finalmente madurez y tensión sexual, pero ninguno de sus oponentes masculinos, muy guapitos ellos, eso sí, son capaces de ponerse a su altura. Ni Gerard Butler como el fantasma ni Patrick Wilson como el vizconde pueden poner en pie el triángulo base del argumento, con una actuación fría y falta de emociones en las miradas y movimientos. Por no mencionar que al hacer que el personaje del fantasma sea mucho más joven que en el original puede que se permita aflorar mejor la tensión sexual con la protagonista, pero se hace desaparecer el matiz paterno-tutorial de su relación, que planteaba cierta ambigüedad enfermiza más que interesante... Otra cosa son los secundarios, que rayan a gran altura, en especial Miranda Richardson como la enigmática Mmme Giry y Simon Callow como uno de los propietarios del teatro.

    El guión gana enteros con la inclusión de un adecuado flash-back contando la historia del fantasma, en un tono de drama decimonónico a lo Victor Hugo más que correcto, la inclusión del duelo a espada en el cementerio, narrada con nervio por Schumacher o el cambio de ubicación de la escena más espectacular de la obra, la caida de la lámpara, que en la obra original suponía el clímax final del primer acto y aquí, en un hábil sentido cinematográfico, se convierte en la puerta al desenlace.

    Al final, nos queda la música. Porque la auténtica fuerza de la obra de Webber esta ahí, y la película de Schumacher consigue mantenerla. Merito de su habilidad artesanal o de la vigencia de la partitura del compositor, eso ya no lo sé. Pero la cuestión es que los diferentes temas se nos meten dentro a la primera y logran transmitir el poder del drama, o la fuerza del amor, o la catarsis de la tragedia. Raro es el espectador -nuevo a la obra o ya avezado en ella- que no siga tarareando las canciones bien terminada la película. Las melodías se ajustan a la perfección a cada uno de los momentos, y muchas veces hacen ociosa la comprensión de las letras...

    ...algo afortunado para el espectador español, me temo, porque el estreno de una única copia doblada por completo nos impide disfrutar de las voces originales que, sobre todo en el caso -otra vez- de Emmy Rossum, cumplen más que correctamente. No son ni Michael Crawford ni Sarah Brightman, de acuerdo, pero nos hacen odiar aún más esta versión doblada. Porque las voces españolas no consiguen transmitir emoción en ningún momento, y encima, al menos en el cine en el que uno vio la película, la mayor parte de las veces eran ininteligibles. Vale que el original no es Shakespeare, ni siquiera el Tim Rice de un Jesucristo Superstar o Evita, pero sí que es mejor que la versión de rima forzada e imágenes inocuas que tenemos en castellano.

    Pero, insisto, la música tiene tal poder que sobrepasa estas limitaciones. Yo les recomendaría que esperaran a ver si llega a nuestras pantallas una versión original con subtítulos o esperar a que salga el dvd... porque ahí si que podrán sumergirse plenamente en la música de la noche. Claro que si, como a mí, les pica el gusanillo del musical y no tienen paciencia, pues lo estrenado es un correcto sucedáneo.

Imagen © Warner Bros

22.12.04

Canto rodado al mar Mediterráneo.



Posted by Hello

    Por una vez, y ojalá sirva de precedente, las han clavado. De lleno. O por lo menos, para servidor de ustedes, que ya se sabe que en el proceloso mar de los gustos y preferencias, todos navegamos a donde nos da la gana y naufragamos lastimosamente o llegamos a buen puerto según nos lleve la corriente. Ante el farragoso mundo de las listas de "lo mejor", elegidas por profesionales del medio o el pueblo soberano, y guiadas muchas veces por vaya usted a saber qué criterios, todos, yo el primero, faltaría más, nos volvemos críticos y expresamos a voz en grito si es preciso nuestro desacuerdo más falaz y presuntamente objetivo. Que cómo está tal canción/película/tebeo/novela ahí... cómo es que se han olvidado de tal canción/película/tebeo/novela... éste/a no es el/la mejor ni de lejos... y bla bla bla.

    Pues bien, veo la elección para la mejor canción de los últimos cincuenta años publicada en la revista Rolling Stone, o la emitida por Televisión Española... y me descubro, ladies and gentlemen. Porque, dejando preferencias personales aparte y que a lo mejor según el momento mi elección variaría, no las encuentro mejores. Ni de lejos. Y para que haya de todo, la lista de Rolling Stone la han hecho profesionales (críticos y músicos) y la de Televisión Española es producto de votación popular.

    Y es que tendemos a desconfiar de los premios y listados otorgados por los críticos por nuestra secular desconfianza a ese gremio, por la tendencia que creemos ver (y a veces hay que reconocer que existe) a caer en un elitismo exagerado, a buscar oscuros arcanos estéticos y despreciar lo que es pasto de popularidad. Y si la elección es hecha por profesionales, sonreimos de manera pícara y nos da por pensar en la dosis de amiguismo y/o pago de favores que pueda haber detrás (algo que también por desgracia ocurre a veces). En el extremo opuesto, desconfíamos del gusto populachero del vulgo cuando nos conviene (o sea, cuando no coincide con el nuestro), y despreciamos una hipotética tendencia del mismo a lo hortera.

    Evidentemente, la solución ideal estaría, como tantas otras veces, en el término medio. Por un lado, nadie como un profesional (crítico o artista) para conocer los resortes y esfuerzo que están detrás de una obra maestra... y por otro, hay que recordar que una obra maestra no es tal si sólo es apreciada por cuatro gatos... la transcendencia de una obra no sólo se mide en su calidad intrínseca, sino también en su impacto en un sector importante (ojo, no necesariamente mayoritario) de la población.

    Divagaciones aparte, la mejor canción de los últimos cincuenta años para Rolling Stone es Like a rolling stone, de Bob Dylan. Y uno lee esto, y antes de ponerse a pensar si hubiera hecho otra elección, la tararea mentalmente... y se vuelve a estremecer, como cada vez que la ha escuchado. Y está de acuerdo. La mejor. Sin duda. Que me digan que canción tiene una combinación tan perfecta de letra poética y mordaz, estribillo potente, melodía pegadiza y voz con personalidad. Dylan canta, más bien recita, con su voz de chivo loco habitual una letra llena de reprobaciones a una muchacha bien venida a menos, transimitiendo en las inflexiones de su garganta toda la mala baba que es capaz de salivar. "Hubo una vez en la que vestías elegantemente, en la que en tu mejor momento tirabas como limosna a los vagabundos una moneda de diez centavos, ¿no es así? (...) Ahora ya no hablas tan alto, ahora ya no pareces tan orgullosa de tener que mendigar para tu próxima comida." Dylan no tiene piedad del objeto de su crítica, termina cada verso con una acusación a voz en grito, un reproche sin piedad...

    Pero Dylan no se queda ahí, en las siguientes estrofas su ataque se acentúa y se hace más virulento, su voz se hace cada vez más estridente y acusadora... "Nadie te enseñó como vivir en las calles y ahora te encuentras con que debes acostumbrarte a ello (...) Mejor te quitas el anillo de diamantes y lo empeñas, nena (...) Cuando no se tiene nada, no se tiene nada que perder. Ahora eres invisible, no tienes secretos que ocultar"... culminando su ataque en ese poderoso estribillo cruel "¿Qué se siente al estar sola, sin saber ir al hogar, como una auténtica desconocida, como un canto rodado?".

    La melodía es muy sencilla y potente, permitiendo al cantante escupir en un casi unico acorde en la parte fundamental de las estrofas la descripción de la joven "en su mejor momento", mientras que el puente previo al estribillo aporta algún ligero matiz más, permitiendo a Dylan acentuar el reproche. Instrumentalmente, los teclados de Al Kooper envuelven la canción como una sábana, mientras que el resto de la instrumentación se oye confusa, con excepción del inevitable fraseo de harmónica final, toda una rúbrica a una maravilla de canción...

    En España el pueblo soberano ha elegido Mediterráneo como mejor canción... y como en el caso anterior, aunque según el momento seguro que se me vienen a la cabeza otras canciones, la tarareo... y caramba, que tampoco la hay mejor. Se combina, una vez más, una letra soberbia plena de implicaciones y una música evocadora y pegadiza. Serrat hace un homenaje al mar que le vió nacer recordándonos que es el mar cuna de nuestra civilización, haciendo de él ese paraiso en el que todos querríamos descansar tras morir.

    El mérito del cantautor catalán es conseguir que todos nos sintamos hijos del Mediterráneo, y lo consigue mediante una letra universal, que alude a cosas que nos afectan a todos, seamos del Mediterráneo o del Atlántico o de tierra adentro. Todos recordamos al oir esta canción nuestros primeros juegos infantiles ("mi niñez sigue jugando en tu playa"), o los primeros escarceos amorosos ("escondido tras las cañas duerme mi primer amor") o, en definitiva, todas esas experiencias que nos han formado ("amontonado en tu arena guardo amor juegos y penas"). Pero no sólo eso, sino que el amor a ese mar deviene el amor a la tierra que nos vio crecer y el orgullo por pertenecer a ella ("llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya").

    Serrat se presenta hábilmente como personaje en la canción mediante una imágen tarambana y pícara de la que todos quisiéramos ser cómplices por lo que implica de aventura y amor a lo desconocido ("Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero"), que ansía un final poético y relajante tras la muerte, "en la ladera de un monte más alto que el horizonte", aunque también con esa pequeña ansia de transcendencia que todos queremos, ese deseo de perdurar más allá de la muerte ("mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista"). Eso sí, sin olvidar una humildad profunda, casi como pidiendo unas innecesarias excusas ("Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo).

    Serrat consigue armonizar todo este contenido y amoldarse a un uso de la rima que no ofende ni empalaga (algo que también bordea y consigue evitar de manera soberbia Joaquín Sabina en Calle Melancolía, canción que todo sea dicho uno echa de menos en ese listado de lo mejor...). En cuanto a la melodía, está llena de matices, es compleja y sin embargo fácil de recordar, con un ritmo que imita genialmente la cadencia del mar y un Serrat cantando en plenitud de facultades, alternando un inicial fraseo en cada estrofa que incita a la reflexión con una inflexión vocal poderosa que refleja una convicción profunda en lo que dice... Finalmente, cabría destacar el bonito arreglo de Juan Carlos Calderón, productor musical que a veces se dejaba llevar demasiado por la ampulosidad (otras canciones de ese disco lo reflejan), pero que aquí se somete al intimismo que requería el tema y consigue una ambientación subyugante.

    Dos canciones para oir una y otra vez. Eso sí, en sus versiones originales, háganme caso. Aunque otros han sabido hacer versiones dignas, estos temas son hijos de un autor concreto en un momento concreto. Y suenan hoy como nuevas. Es otro punto a favor de su calidad.

    ¿Habrían ustedes elegido otras? No se corten, díganlas aquí y mencionen sus razones.

16.12.04

Ciclos


Posted by Hello

    Somos animales de costumbres (y, a veces, como decía la sin par Mafalda, de costumbre animales... aunque eso es otra historia). Nuestra vida (dejando aparte el ocasional acontecimiento inesperado) transcurre en fases cíclicas fácilmente predecibles en su mayor parte. A períodos más o menos calmados suceden momentos frenéticos y agobiantes, todo ello en un ritmo irrevocable, cruel o felizmente, según el punto de vista.

    Tomen el caso de los profesores, por ejemplo... En una profesión tan proclive al síndrome del quemado como ésta, hay dos primeros ciclos evidentes: el que va de lunes a viernes y el que va de sábado a domingo (fácilmente ampliable este a puentes y otras festividades), en los que los humores se alteran radicalmente según se este en uno u otro. En un nivel más elevado, estaría el ciclo vacacional, esta sensación que muchos tienen (o tenemos) de ir saltando de vacación en vacación: de verano a Navidad, de Navidad a Semana Santa, de Semana Santa a verano... así ad infinitum.

    Pero dentro del ciclo laboral hay a su vez otros ciclos delimitados por la organización académica del curso. Hay un momento por trimestre, cuya duración puede estar entre una y dos semanas, según el número de grupos a los que se imparte clase, en el que la actividad del profesor se vuelve delirante, en el que el nivel de stress aumenta, se disparan las subidas de adrenalina... aumenta el insomnio, la preocupación por cumplir el trabajo a tiempo, se abandonan provisionalmente casi todas las actividades de ocio... Es la época de exámenes y evaluaciones (sufrida también, todo sea dicho, por cierta parte del alumnado, esa que, con diferentes grados de responsabilidad, anda preocupada por cumplir con su trabajo también).

    Que no se sonrían esos malpensados que andan siempre hablando de la pereza del profesor ni que se me echen a la yugular los profesores... no pretendo, desde luego, dar a entender que fuera de este ciclo evaluador la actividad docente sea menor... eso dependerá de cada persona y de cómo se implica en su trabajo, como ocurre, a fin de cuentas, con todas las profesiones. Lo que sí pretendo dejar claro es que fuera de los ciclos examinadores, aunque el volumen de trabajo sea a veces similar o incluso mayor, se toman las cosas con más calma y placidez, con menos histeria...

    Así que pasado la tormenta evaluadora, se relajan músculos y cerebro, y se vuelve uno a dedicar a lo que generalmente más gusta de esta profesión, el impartir clase: a pesar de nuestra fama, a la mayoría de los profes nos revienta la labor evaluadora, se lo aseguro, y personalmente uno odia la burocracia que lleva implícita, el miedo a estar cometiendo una injusticia por aplicar a rajatabla unos criterios generales impuestos que muchas veces no atienden a las circunstancias personales...

    En fin, que no les voy a llorar más y a ver si la próxima parida tiene un tono más ligero. Nótese cómo hábilmente he evitado hablar de la pésima imagen social de nuestro colectivo y he pasado de intentar defenderme de la misma... si un día me apetece, le dedicaré una parida y si no... pues no pasa nada.

    Permanezcan atentos a esta sintonía.


Imagen tomada de http://www.communitychurchsyv.org

28.11.04

Cataluña / Catalunya / ¿Catalonia?


Posted by Hello

    Les hablaba un poco más abajo de cierto clima de crispación en este país que empieza a preocuparme algo... El enfrentamiento entre diferentes sectores es cada vez más agrio. Ya no sólo a nivel social, como el que trato en las paridas anteriores, sino también a nivel político y geográfico.

    Soy hijo y nieto (y bisnieto, y más allá) de catalanes por parte de padre. Nacido y bautizado en Asturias como Jorge, para mi familia siempre he sido Jordi, y mis amigos me llaman indistintamente Jorge o Jordi, según como me haya presentado a ellos el primer día. Porque para mí son igual de importantes mis raices asturianas y catalanas. Desde pequeño he querido a Cataluña, me he encontrado allí como en casa y nada más marchar empiezo a desear volver; me siento orgulloso de ser -como jocosamente dice mi esposa a menudo- "medio catalán". Con la llegada de la democracia, aprendí también a amar a Catalunya, a comprender y apoyar sus reivindicaciones dentro de España y a aceptar, respetar e incluso apoyar, si el caso se llegara a dar, un deseo mayoritario entre los catalanes de independizarse. Pero a quien no llegaré a entender jamás, ni a querer ni amar, es a la Catalonia que ahora nos intenta vender un sector, espero y ansío, minoritario.

    No, no puedo estimar a esta Catalonia que no acepta que a día de hoy la gran mayoría de la población vote a opciones no independentistas y que pide su libertad a los paises angloparlantes ("Freedom for Catalonia") como si fueran un territorio sojuzgado por la más odiosa de las dictaduras y no pudieran expresar libremente su opinión, como si sus líderes estuvieran encarcelados y fueran torturados. O que, también en un mensaje sólo para angloparlantes, confunden el mapa mundial con aseveraciones que a día de hoy, mira tu por donde, son verdad ("Catalonia is not Spain" ...that's true, it's a part of Spain), aunque evidentemente no es ese su mensaje.

    No, definitivamente desprecio a la Catalonia cuyos líderes (el impresentable Carod Rovira y sus secuaces) juegan políticamente con un deporte fuertemente implantado en Cataluña y lo usan para levantar a la población con consignas incendiarias... un deporte al que ahora, no les quepa duda, abandonarán una vez que ya lo han exprimido para sus propósitos, con esa frase (ya ven, lo único con cierto sentido que ha dicho ese señor) afirmando que ahora se ha demostrado que Catalunya necesita ser un estado independiente. Pues tiene usted razón, senyor Carod, si quieren selecciones deportivas nacionales propias, sean primero nación, o sea, ganen en las urnas, demuestren que democráticamente la mayoría del pueblo catalán quiere la independencia, y entonces es posible que el resto del Estado acepte un cambio en la Constitución (eso esperaría yo, al menos) para garantizar su deseo. Entretanto, mientras sean part of Spain, aspirar a que en un evento deportivo a nivel internacional Catalunya (¿o Catalonia?) se enfrente a España es un desatino. Y no me vengan con el manido ejemplo de las selecciones de fútbol británicas... Gales, Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte se enfrentan entre sí, pero jamás se han enfrentado al Reino Unido... porque son parte del Reino Unido.

    Me decepciona y avergüenza esa Catalonia despreciablemente irrespetuosa, sorprendemente desagradecida, que en un arrebato infantil, un capricho indigno de un pueblo maduro y educado, pretende ahora quitar apoyo a la candidatura madrileña para los Juegos Olímpicos de 2012. Una Catalonia que demuestra una memoria frágil y olvida que los de 1992, que tanto supusieron en infraestructuras para su región, que tanto embellecieron Barcelona hasta convertirla en una de las ciudades más hermosas del mundo, que tanto aportaron en proyección internacional... no se hubieran celebrado allí sin el apoyo entusiasta del resto de España, incluida Madrid. Que uno de los puntos más valorados, sino el que más, a la hora de otorgar sedes olímpicas es la unidad del proyecto, el apoyo ferviente de todo un país. Y que una reivindicación independentista no debe estar reñida con la buena educación y una muestra recíproca de agradecimiento. Moralmente Cataluña y Barcelona deben apoyar esa candidatura. Porque uno siempre ha creido que los catalanes son agradecidos y educados.

    En definitiva, amo a Cataluña y los catalanes, quiero a Catalunya y els catalans. Desprecio a Catalonia. Y ya ven que no hablo de motivos históricos, económicos o políticos para que Cataluña siga siendo parte de España o sea independiente. Discusiones así se convierten fácilmente en frases arrojadizas de forma demagógica. Lo que vale es la voluntad de un pueblo. Si los catalanes, después de sopesar detenidamente pros y contras, deciden libremente optar por la independencia via las urnas, independientemente de que yo lo entienda o no, o coincida con mi opinión o no, les apoyaré fervientemente. Y como yo, creo, muchísima más gente. Pero si se dejan llevar por arrebatos de ira infantiles o la verborrea inclasificable de políticos de tercera, cayendo en la falta de respeto y la falta de educación, si, en fin, Catalonia se sobrepone a Catalunya o Cataluña... bueno, no quiero ni pensarlo.

    Eso sí... me gustaría que fuera de Cataluña las cosas tampoco se exacerbaran. Que por ejemplo, sea verdad, como he leido en algún periódico, que la Federación Internacional de Patinaje haya excluido a Cataluña (y también a Gibraltar, por ejemplo) porque se guía por la Carta Olímpica y esta deja bien claro que solo paises con estado propio tienen derecho a representación en eventos internacionales y no porque haya podido haber, como destaca la prensa catalana, presiones ni mucho menos sobornos por parte de políticos españoles favorables a esa exclusión. Que la prensa nacional no saque de quicio anécdotas como la famosa pancartita con el eslogan en inglés que se exhibió en el Camp Nou durante el partido contra el Madrid... una pancarta que representa el sentir de una minoría, como demuestran, repito, las urnas, y que, nos guste o no, tienen el derecho a exhibir si les apetece (nota: es curioso que no se arme tanto escándalo con las pancartas y banderas pronazis o preconstitucionales que se exhiben en el Bernabéu y otros estadios de España...). Tampoco es esa la España que yo quiero, una que busca el enfrentamiento y la discordia... Eso demostraría que hemos aprendido muy poco desde 1975...

    Amics, germás... Visca Catalunya y fora Catalonia.


Imagen tomada de http://herve.pi.free.fr

27.11.04

Con la iglesia hemos dado (2)

Nota: antes de leerse esta parida, lean la anterior.

Posted by Hello

    Si la Iglesia ha mostrado intransigencia, desgraciadamente debo admitir que cierta gente que tiene la misma opinión que yo, expresada ahí abajo, también ha demostrado una intolerancia que encuentro despreciable y que me hace sentir vergüenza ajena. No soporto que me intenten imponer ideas, y tampoco soportaría imponerlas yo.

    La cuestión es que, igual que la Iglesia gustosamente nos convertiría y nos llevaría al redil católico, ciertos sectores laicos pretenden a toda costa llevar al redil laico a otro rebaño. Hechos como la supresión del tradicional canto de villancicos navideños en un colegio de Avilés a petición de tres (¡sólo tres!) familias a causa de las "connotaciones religiosas" de los mismos denotan una actitud similar a la de la jerarquía católica. Y otro ejemplo, conozco alguno que se indignó por que los profesores de religión organizaran como actividad extraescolar la visita a belenes o porque se hubieran colgado en la clase murales con el trabajo de los alumnos de dicha asignatura.

    Miren ustedes, creo que ha quedado claro que uno está opuesto a la asignatura de religión en la enseñanza pública. Pero a día de hoy, y hasta la aplicación de la nueva ley, ésta forma parte del currículo, sus profesores forman parte del equipo educativo, y por todo ello tienen el mismo derecho que el resto a llevar a sus alumnos donde crean conveniente y a exponer la labor de sus alumnos. Podemos estar de acuerdo o no, pero ofenderse por ello denota la intransigencia que aparentemente queremos combatir.

   Es más, en mi instituto, al igual que en muchos otros, supongo, se celebraron en su momento jornadas sobre la multiculturalidad, donde se asistió dieron conferencias sobre diferentes culturas y tradiciones que conviven hoy en los centros de enseñanza y tuvieron lugar conciertos musicales y bailes típicos de dichas culturas. Supongo que nadie se ofendió por ello (y si lo hizo, allá él con su conciencia). Pues bien, ¿los villancicos y los belenes no son también parte de nuestra tradición cultural? ¿No tienen componentes -música, poesía, artesanía, historia- que van más alla del origen religioso de los mismos? ¿Por qué ahora ese empeño de ciertos personajillos en obstaculizar la propagación de estos fenómenos culturales en la enseñanza pública? ¿Acaso algún padre -o incluso profesor- se negaría a que alumnos de Historia del Arte visitaran la catedral de Burgos, por ejemplo, porque en ella hay imágenes representantes de una fé concreta?

    Para bien o para mal, la cultura de la civilización occidental ha venido marcada por la fé cristiana. Por mucho que queramos la separación entre el estado y la religión, no se puede ni se debe erradicar una cultura que está intrincadamente implantada en nuestro lenguaje, en nuestro arte, en nuestra historia y en nuestras tradiciones. Hasta los más ateos exclamamos "¡Ay Dios!" o "¡Por Dios!". Disfrutar de una talla de Salzillo, o un poema de Santa Teresa de Jesús, o de la Sagrada Familia de Gaudí no está necesariamente ligado a un sentimiento religioso, aunque éste se halle en el origen de tales obras. La sensación de alegria que suele invadir a la gente durante las vacaciones de Navidad, el deseo de compartir esas fechas con la familia o de celebrar el año nuevo saliendo de casa y con tus amigos no está obligatoriamente basado en un componente de la fé, aunque éste sea el punto de arranque de tal tradición. Ahora lo hemos vivido ya muchos años y no tenemos por qué renunciar a ello.

   Y luego tenemos la contradicción de que cierta gente lucha en contra de algunos rituales de la Iglesia para después intenar reproducirlos "a lo laico". Encuentro esta moda de los bautizos o comuniones "civiles" una perfecta mamarrachada. Estas ceremonias tienen sentido dentro de la fé como entrada en una comunidad, el primero, y primera aceptación de partes del dogma de la misma el segundo. Pero en la vida civil estos rituales no son necesarios. Un recién nacido es aceptado en su comunidad en el momento en que es inscrito en el registro de su ciudad. No veo por qué es necesaria una ceremonia civil. Celebras el nacimiento de alguien con tus allegados y familia, y ahí tenemos ya una ceremonia de aceptación.

   Uno aspira a un estado laico, pero no necesariamente a un estado de ateos. Caer en ese error nos llevaría a la misma actitud que criticamos en las religiones mayoritarias. Cada cual tiene el derecho de profesar la fe que quiera, y de educar a sus hijos en la misma. Pero siempre que no interfiera con los asuntos de Estado. Y una fé ya no es tal. Si entendiéramos esto, dejaríamos de "toparnos con la iglesia"...

Imagen tomada de http://www.infantil.profes.net

Con la iglesia hemos dado (1)


Posted by Hello

    ¿Cuantas veces habremos oido últimamente esta frase, tal cual aparece en la obra de Cervantes, o en su versión más popular, sustituyendo el original "dado" por "topado"? A lo largo de la historia, el enfrentamiento de los sectores más laicos y progresistas con la Iglesia más inmovilista y sus fieles ha dado pie a esto y mucho más, importando poco que la frase en su contexto primigenio no tenía ninguna segunda intención, sino reflejar el hecho de que el caballero, guiado por Sancho y buscando el hipotético palacio de su amada Dulcinea, se daba de bruces con la iglesia de El Toboso.

    Es curioso que los más exaltados laicistas no echaran leña al fuego con la réplica de Sancho a la decepcionada frase de su amo, a saber, "Ya lo veo (...), y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura ...". Y es que corren tiempos convulsos en este país, donde las posturas son cada vez más exaltadas e intransigentes, se hacen declaraciones malintencionadas con salidas de tono y entramos en una vorágine creciente de enfrentamiento que vayan ustedes a saber donde nos va a llevar. ¿Exagero? Puede, dado mi carácter hipocondríaco. Como el personaje de Jeff Goldblum en Parque Jurásico, siempre digo que sólo espero no tener que acabar diciendo "¡Cómo odio tener razón!"

    Y eso que las cosas fácilmente podrían ser más sencillas. La jerarquía eclesiástica, temerosa de perder ventajas económicas, prebendas e influencia, habla de una "persecución" y se plantea movilizar a sus fieles contra las últimas políticas educativas y sociales del gobierno. ¡Persecución! ¿Hemos vuelto a los tiempos de Diocleciano? ¿Se ejecuta a alguien por practicar una fé concreta? ¿Los cristianos deben volver a las catacumbas a ejecutar sus ritos? Seamos serios, eminencias...

    En un estado de derecho que aspire a amparar a todos sus ciudadanos, ninguna fé debe anteponerse a otra. No parecen haberse enterado, eminencias, de que no sólo en los últimos años ha disminuido alarmantemente el número de practicantes de su fé (comprueben asistencia de feligreses a las misas, descenso de vocaciones...) o que ha ido aumentando el número de agnósticos o ateos (estadísticamente comprobable en el significativo descenso de bodas o bautizos, por ejemplo)... sino de que además, esta España ya no es la que a ustedes les ha estado amparando incondicionalmente. La fé católica sigue siendo mayoritaria entre los creyentes, pero la inmigración nos ha traido -y traerá cada vez más- musulmanes, judíos, protestantes, ortodoxos... todos con el mismo derecho que ustedes a practicar su fé y, si se mantuviera el apoyo estatal, a recibir el mismo para propagarla y desarrollarla. Ahora bien, el Estado, que debe representar a todos, no debe dar primacía a ninguna fé y ha de declararse aconfesional. Esto implica la desaparición de la asignatura de religión en la enseñanza pública y la desaparición de los fondos oficiales de ayuda a la Iglesia. Esto no es persecución, es aplicación de lógica pura y dura.

    Lo que es todavía más grave es la pretensión de intromisión de la Iglesia en asuntos de estado. Su posición radical contra las leyes de matrimonio homosexual o de divorcio, por ejemplo, es normal si se ajustan a sus principios, y no debería ser atacada; y sus fieles son muy libres de seguir esa doctrina o no: si un sacerdote no quiere casar a dos homosexuales, pues perfecto. O si, siguiendo su dogma de la indisolubilidad matrimonial, no se divorcian, pues adelante. Es su ideología. Pero lo grave es que pretendan imponer sus creencias a los demás, impidiendo todo progreso social, al igual que en el pasado (y lamentablemente, todavía hoy) pretendieron impedir progreso científico. Y si no, vean como intentan torpedear la investigación sobre las células madre, que tanto bien se dice que haría a diabéticos o enfermos con Alzheimer o Parkinson. ¿Se imaginan que, en lugar de la fé católica, la mayoritaria fuera la de los Testigos de Jehovah? ¿Estarían entonces prohibidos los transplantes de sangre, por ejemplo? De todos modos, esta posición no nos debe extrañar, dado que históricamente la Iglesia ha sido inmovilista y los exiguos cambios que ha hecho en su dogma han llegado sólo cuando no le ha quedado más remedio, cuando la sociedad ya los había aceptado plenamente.

    Yo les pediría a sus eminencias que cuiden de sus fieles. Que acudan a sus propios medios y les den el apoyo que necesiten. Que ellos pongan sus profesores, sus catequesis... Tienen un que ya quisieran otros; y, supongo, la buena voluntad de muchos de sus creyentes para sostener económicamente su Iglesia. Nadie les va a perseguir por ello, estén seguros. Y que si están en desacuerdo con avances sociales o científicos, que lo digan, están en su derecho. Igual que otros grupos sociales. Pero no interfieran con el Estado, que les representa a ustedes al igual que a los que practican otra fé o no practican ninguna.

   Supongo que mi posición en este asunto queda clara, pero no vayan a pensar que creo que en el lado contrario todo es bonito y utópico, respetuoso y afable. Ahí, lamentablemente, tenemos algún que otro grupúsculo que también desbarra lo suyo... Para que esta parida no sea demasiado larga, les hablo de ellos en la próxima.

Ilustración de Gustavo Doré para el Quijote, "Don Quijote entra en El Toboso", tomada de http://users.ipfw.edu/jehle/cervante/doreesp1.htm

25.11.04

Furbo


Posted by Hello

    Este fin de semana, no se si lo sabrán, se enfrentaron el Barcelona y el Real Madrid. El DERBY, así, tal cual, con mayúsculas (por cierto que se podría bromear sobre el hecho de que a un partido entre rivales irreconciliables se le llame con el anglicismo que originalmente define una carrera de caballos...). Por si no lo saben, ganó el Barcelona por tres a cero. Y por si tampoco lo saben, andan en Barcelona eufóricos porque por fin hay un equipo con aspiraciones a ganar algo y en Madrid los más tremendistas hablan de un fin de ciclo y la necesidad de renovar la plantilla.

    Hasta aquí los hechos deportivos en sí. Pero, para bien o para mal, el fútbol ya no es un deporte, es algo más grande. Es un fenómeno sociológico o un espectáculo al más puro estilo Hollywood.

    En un partido ya no se dirime sencillamente qué equipo es mejor o tiene más acierto o más suerte: se dirimen odios, rivalidades y rencillas. Pero no por parte de los teóricos protagonistas del evento, los futbolistas, si no por parte del espectador, que delega en ellos para que demuestren que él es mejor que los aficionados del otro equipo. Y no hablemos cuando los deportistas son depositarios de valores nacionales o patrióticos, cuando lo que se dirime no es la supremacía de una persona sino la de una comunidad o una nación. En este sentido, el fútbol tiene un valor terapéutico incuestionable, es para muchos una válvula de escape de frustraciones y tensiones, una huida del stress de la vida cotidiana. Es el tópico opio del pueblo, el "furbo" populachero y castizo.

    Lo malo, como con todas las drogas, es que cuando se abusa de ésta se pierde el control y la persona se vuelve irracional, siendo capaz de llegar a límites incontrolables. La máxima bajo la cual nació la máxima competición deportiva, los Juegos Olímpicos, según la cual el enfrentamiento deportivo sustituía al enfrentamiento bélico y se firmaban treguas, que tan bien podría funcionar aquí, es obviada y anulada. Por culpa de los partidos de fútbol la gente se vuelve violenta. Se insulta sin necesidad. Se injuria a madres, padres y quien haga falta. Se vuelve uno xenófobo. Se vuelve uno racista. (Ojo, no digo que esto ocurra con todos los aficionados... de hecho es una minoría, pero lamentablemente muy significativa). En el extremo más lamentable, algún partido de fútbol fue el disparadero de una guerra: un partido entre Honduras y El Salvador en 1969 fue la excusa final para desencadenar un conflicto que se llevaba incubando desde hacía tiempo, y unos cuantos años antes pasó lo mismo en un partido entre Gabón y el Congo...

    El otro acercamiento que hoy impera en el fútbol es el de espectáculo. Los equipos son presentados a comienzo de temporada con una parafernalia digna de un gran estreno cinematográfico, los aficionados se visten con colores llamativos, se aplauden las filigranas, el pase imposible, el regate juguetón, el remate imprevisible... pero sobre todo se aplaude el gol, con gritos a nivel ciertamente orgásmico, algo en lo que cada vez más jugadores ayudan mediante celebraciones a cual más estrambótica... Aún existen las piñas humanas y los abrazos entre jugadores, o la dedicatoria a la grada, pero son cada vez menos frecuentes... ahora tenemos al jugador que baila (cualquier estilo vale, desde la samba a la rumba), el que da el pase torero, el que hace la acrobacia circense, el que acuna imaginariamente a su bebé, los remeros... hasta el que imita a un perro orinando en el banderín de corner.

    En esta visión del fútbol como espectáculo, el espectador no hace representante de sus frustraciones a su equipo. Más bien se identifica plenamente con él, decantándose fervientemente por uno de los contendientes. Entonces el fútbol adquiere tintes teatrales o cinematográficos, ya no estamos ante un partido sino ante una obra de teatro representada ante nuestros ojos. Una película de "buenos" y "malos" donde es fácil ver qué equipo asume cada papel. Y cuando los "buenos", o sea los "nuestros", pierden, se desencadena el drama. El espectador llora cuando su equipo pierde una final, o desciende de categoría. Como si el protagonista de una película con quien se haya identificado muriera. O, toquemos madera, como si le pasara algo a un ser querido.

    Cuando alguien me pregunta si me gusta el fútbol, suelo usar una frase del ínclito ex-presidente del Barcelona, Joan Gaspart, que preguntado sobre si prefería que su equipo jugara bien a que ganara, declaró que obviamente prefería lo último, y en un acto de lucidez sincera (de los pocos que le recuerdo) dijo, "Es que a mí no me gusta el fútbol. Yo soy del Barça". En esta frase memorable queda perfectamente definido el concepto teatral del fútbol. Uno, como el señor Gaspart, ve un partido como quien ve una película, donde el bueno es sempiternamente el Barça. No he llegado a llorar con los fracasos del equipo (menudos últimos cinco años habría pasado, entonces), aunque evidentemente hay disgusto o alegría al final del partido, del mismo modo que una película con final feliz me alegra y otra con final triste me entristece.

    Quitando alguna eliminatoria de fases finales de Mundial, que aún puedo ver con el ojo de quien quiere degustar un buen partido, y entonces me decanto por el que mejor juega, a uno el aspecto deportivo del fútbol le importa un comino. Pero soy del Barça. Igual que en cine soy de Spielberg, o de Coppola, o de Ford, o de Star Wars. Y otros son de Kubrick, o de Wilder, o de las películas Dogma. O del Real Madrid o el Sporting de Gijón.

    Nota forofa: aquest any si?

Imagen tomada de http://www.futbol.sportec.es/

Bitácoramania

      Curioso esto de las bitácoras... Unos cuantos días sin pasar por aquí ni añadir nada, y nota uno que le falta algo... Además, leo periódicos, oigo noticias, hago cualquier cosa, y se me ocurren montones de ideas, comentarios que hacer, cosas que decir... "Caramba, esto daría pie a una buena parida". Y le entra a uno angustia, olvidándose de que se ha metido en esto por puro placer y que no tiene porque fichar a una hora concreta ni que rendir cuentas a nadie, que los poquitos que se vienen por aquí no van a reprochar nada... En fin, que tras unos días muy ocupado, vuelvo a este diario con muchos temas que tratar y comentar. Para empezar, ahí arriba hablo de...

18.11.04

Reivindicando el 42


Posted by Hello

      Los números son parte importante de nuestra vida. Nos dominan, nos llevan a donde quieren. Somos un número en un registro, un número en un ordenador. Sin números en el banco no podemos vivir, sin número en nuestra ropa no sabríamos qué vestir, sin números en el tiempo no sabríamos nuestro lugar en la historia... cualquier coleccionista de cromos o revistas o libros o tebeos roza la histeria si le falta un número... Y nosotros respondemos a este servicio dandoles significado, que es lo mismo que reverenciarlos como si fueran dioses. Como si no fueran ya lo suficientemente básicos.

      Así que el uno significa la unidad y el poder, pero al mismo tiempo también nos da para el anonimato y la humildad cuando uno -o sea, yo- dice lo que piensa. El dos es la pareja, la negación de la soledad. El tres la forma perfecta.... ¿Hace falta que siga? No, por supuesto. Consulten ustedes tratados de simbología númerica y significado de los números.

      Pero todavía llegamos más lejos, y asociamos los números a expresiones, refranes, títulos de obras que luego sin pudor convertimos en frases hechas, en referentes inapelables. Dos personas en peligro nos recuerdan a "dos hombres y un destino"... las hijas de Elena eran tres, y ninguna era buena, vaya por Dios, pobre Elena; nos acongojan los cuatro jinetes del Apocalipsis o damos dotes ominosos a la prensa cuando la designamos como el cuarto poder; cada cuatro años podemos hacer pagar a nuestros gobernantes sus errores y quitarles de enmedio para permitir que se equivoquen otros durante otros cuatro años... siete son los planetas que conforman nuestro sistema solar, y nos fascina el hecho de que pueda haber un octavo, cuando creíamos que el siete era el límite... y que se lo digan si no a los siete hermanos en busca de siete novias (véase la segunda párida de esta bitácora), o que por mucho que busquemos la inmortalidad no pasaremos de siete vidas... El diez es la perfección a la que aspiramos todos, y no sólo porque envidiemos a Dudley Moore fascinado por las formas de Bo Derek... aunque también engloba las reglas que han regido la historia occidental durante algún que otro milenio, a no ser que Mel Brooks tenga razón y los mandamientos fueran en origen quince y al torpe de Moisés se le cayera la tabla con los cinco últimos...

      Pero el diez no es el límite, y nuestra avidez numerológica llega más lejos: a pesar de su mala fama, no podemos evitar tener simpatía por el trece (como demuestra el hecho de que estadísticamente, sea uno de los números más usados en las combinaciones de loteria); la chica de los sueños de Manolo y Ramón sigue teniendo quince años, aunque Chuck Berry (ay, estos americanos tan pacatos ellos...) prefiera a las dulces pequeñas de dieciseis... Hasta los dieciocho años no pintamos prácticamente nada... El 33 debe ser el único número que los medicos de cabecera necesitaron durante mucho tiempo, y los creyentes (y algunos no creyentes también), incluido Mel Gibson, le dan cierto toque pesimista al recordar que es la edad a la que murió Cristo... Pero en realidad tampoco nos importa mucho, porque todos sabemos que la vida empieza a los cuarenta (¿y para qué infiernos nos hacen venir con tanta anticipación?, protestaba Mafalda con toda la razón del mundo). El 69 nos hace imaginar un mundo de placeres (igual que, todo sea dicho, en un alarde de sofisticación decimal, el nueve y medio que nos lleva a Kim Basinger)... Y no hay fronteras: tres seises seguidos forman parte de nuestras peores pesadillas, contar algunas de las mejores historias de la literatura llevó mil y una noches...

      En todo este maremagnum numérico, por desgracia, hay cifras que quedan olvidadas, dioses menores que aún no han sido alzados al panteón superior. Piensen en el 42, por ejemplo. Mira que es un número bonito, sonoro... la combinación de los dos primeros numeros pares en orden decreciente... Y con todo, no forma parte de nuestra herencia cultural como otros... vale que para los fanáticos del musical la calle 42 tenga resonancias, pero... compárenlo con la fama de otros, caramba.

      Nada, nada, hay que reivindicar el 42 y todos aquellos números que están en el anonimato. Chicos, sabed que hay alguien que piensa en vosotros. No sois sosos como muchos políticos, vosotros si que tenéis talante y vuestros diez minutos de fama no os los quita nadie. Al menos por mí que no quede.

      Nota: el autor de esta parida no ha tomado a estas horas ni alucinógenos, ni psicotrópicos, ni bebida alcohólica alguna. Y el hecho de que ayer haya cumplido cuarenta y dos años no tiene que ver nada con la divagación de los párrafos anteriores. Que conste.