22.12.04

Canto rodado al mar Mediterráneo.



Posted by Hello

    Por una vez, y ojalá sirva de precedente, las han clavado. De lleno. O por lo menos, para servidor de ustedes, que ya se sabe que en el proceloso mar de los gustos y preferencias, todos navegamos a donde nos da la gana y naufragamos lastimosamente o llegamos a buen puerto según nos lleve la corriente. Ante el farragoso mundo de las listas de "lo mejor", elegidas por profesionales del medio o el pueblo soberano, y guiadas muchas veces por vaya usted a saber qué criterios, todos, yo el primero, faltaría más, nos volvemos críticos y expresamos a voz en grito si es preciso nuestro desacuerdo más falaz y presuntamente objetivo. Que cómo está tal canción/película/tebeo/novela ahí... cómo es que se han olvidado de tal canción/película/tebeo/novela... éste/a no es el/la mejor ni de lejos... y bla bla bla.

    Pues bien, veo la elección para la mejor canción de los últimos cincuenta años publicada en la revista Rolling Stone, o la emitida por Televisión Española... y me descubro, ladies and gentlemen. Porque, dejando preferencias personales aparte y que a lo mejor según el momento mi elección variaría, no las encuentro mejores. Ni de lejos. Y para que haya de todo, la lista de Rolling Stone la han hecho profesionales (críticos y músicos) y la de Televisión Española es producto de votación popular.

    Y es que tendemos a desconfiar de los premios y listados otorgados por los críticos por nuestra secular desconfianza a ese gremio, por la tendencia que creemos ver (y a veces hay que reconocer que existe) a caer en un elitismo exagerado, a buscar oscuros arcanos estéticos y despreciar lo que es pasto de popularidad. Y si la elección es hecha por profesionales, sonreimos de manera pícara y nos da por pensar en la dosis de amiguismo y/o pago de favores que pueda haber detrás (algo que también por desgracia ocurre a veces). En el extremo opuesto, desconfíamos del gusto populachero del vulgo cuando nos conviene (o sea, cuando no coincide con el nuestro), y despreciamos una hipotética tendencia del mismo a lo hortera.

    Evidentemente, la solución ideal estaría, como tantas otras veces, en el término medio. Por un lado, nadie como un profesional (crítico o artista) para conocer los resortes y esfuerzo que están detrás de una obra maestra... y por otro, hay que recordar que una obra maestra no es tal si sólo es apreciada por cuatro gatos... la transcendencia de una obra no sólo se mide en su calidad intrínseca, sino también en su impacto en un sector importante (ojo, no necesariamente mayoritario) de la población.

    Divagaciones aparte, la mejor canción de los últimos cincuenta años para Rolling Stone es Like a rolling stone, de Bob Dylan. Y uno lee esto, y antes de ponerse a pensar si hubiera hecho otra elección, la tararea mentalmente... y se vuelve a estremecer, como cada vez que la ha escuchado. Y está de acuerdo. La mejor. Sin duda. Que me digan que canción tiene una combinación tan perfecta de letra poética y mordaz, estribillo potente, melodía pegadiza y voz con personalidad. Dylan canta, más bien recita, con su voz de chivo loco habitual una letra llena de reprobaciones a una muchacha bien venida a menos, transimitiendo en las inflexiones de su garganta toda la mala baba que es capaz de salivar. "Hubo una vez en la que vestías elegantemente, en la que en tu mejor momento tirabas como limosna a los vagabundos una moneda de diez centavos, ¿no es así? (...) Ahora ya no hablas tan alto, ahora ya no pareces tan orgullosa de tener que mendigar para tu próxima comida." Dylan no tiene piedad del objeto de su crítica, termina cada verso con una acusación a voz en grito, un reproche sin piedad...

    Pero Dylan no se queda ahí, en las siguientes estrofas su ataque se acentúa y se hace más virulento, su voz se hace cada vez más estridente y acusadora... "Nadie te enseñó como vivir en las calles y ahora te encuentras con que debes acostumbrarte a ello (...) Mejor te quitas el anillo de diamantes y lo empeñas, nena (...) Cuando no se tiene nada, no se tiene nada que perder. Ahora eres invisible, no tienes secretos que ocultar"... culminando su ataque en ese poderoso estribillo cruel "¿Qué se siente al estar sola, sin saber ir al hogar, como una auténtica desconocida, como un canto rodado?".

    La melodía es muy sencilla y potente, permitiendo al cantante escupir en un casi unico acorde en la parte fundamental de las estrofas la descripción de la joven "en su mejor momento", mientras que el puente previo al estribillo aporta algún ligero matiz más, permitiendo a Dylan acentuar el reproche. Instrumentalmente, los teclados de Al Kooper envuelven la canción como una sábana, mientras que el resto de la instrumentación se oye confusa, con excepción del inevitable fraseo de harmónica final, toda una rúbrica a una maravilla de canción...

    En España el pueblo soberano ha elegido Mediterráneo como mejor canción... y como en el caso anterior, aunque según el momento seguro que se me vienen a la cabeza otras canciones, la tarareo... y caramba, que tampoco la hay mejor. Se combina, una vez más, una letra soberbia plena de implicaciones y una música evocadora y pegadiza. Serrat hace un homenaje al mar que le vió nacer recordándonos que es el mar cuna de nuestra civilización, haciendo de él ese paraiso en el que todos querríamos descansar tras morir.

    El mérito del cantautor catalán es conseguir que todos nos sintamos hijos del Mediterráneo, y lo consigue mediante una letra universal, que alude a cosas que nos afectan a todos, seamos del Mediterráneo o del Atlántico o de tierra adentro. Todos recordamos al oir esta canción nuestros primeros juegos infantiles ("mi niñez sigue jugando en tu playa"), o los primeros escarceos amorosos ("escondido tras las cañas duerme mi primer amor") o, en definitiva, todas esas experiencias que nos han formado ("amontonado en tu arena guardo amor juegos y penas"). Pero no sólo eso, sino que el amor a ese mar deviene el amor a la tierra que nos vio crecer y el orgullo por pertenecer a ella ("llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya").

    Serrat se presenta hábilmente como personaje en la canción mediante una imágen tarambana y pícara de la que todos quisiéramos ser cómplices por lo que implica de aventura y amor a lo desconocido ("Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero"), que ansía un final poético y relajante tras la muerte, "en la ladera de un monte más alto que el horizonte", aunque también con esa pequeña ansia de transcendencia que todos queremos, ese deseo de perdurar más allá de la muerte ("mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista"). Eso sí, sin olvidar una humildad profunda, casi como pidiendo unas innecesarias excusas ("Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo).

    Serrat consigue armonizar todo este contenido y amoldarse a un uso de la rima que no ofende ni empalaga (algo que también bordea y consigue evitar de manera soberbia Joaquín Sabina en Calle Melancolía, canción que todo sea dicho uno echa de menos en ese listado de lo mejor...). En cuanto a la melodía, está llena de matices, es compleja y sin embargo fácil de recordar, con un ritmo que imita genialmente la cadencia del mar y un Serrat cantando en plenitud de facultades, alternando un inicial fraseo en cada estrofa que incita a la reflexión con una inflexión vocal poderosa que refleja una convicción profunda en lo que dice... Finalmente, cabría destacar el bonito arreglo de Juan Carlos Calderón, productor musical que a veces se dejaba llevar demasiado por la ampulosidad (otras canciones de ese disco lo reflejan), pero que aquí se somete al intimismo que requería el tema y consigue una ambientación subyugante.

    Dos canciones para oir una y otra vez. Eso sí, en sus versiones originales, háganme caso. Aunque otros han sabido hacer versiones dignas, estos temas son hijos de un autor concreto en un momento concreto. Y suenan hoy como nuevas. Es otro punto a favor de su calidad.

    ¿Habrían ustedes elegido otras? No se corten, díganlas aquí y mencionen sus razones.